‘Las resistencias al pontificado significan que la acción del papa Francisco funciona’


Antonio Spadaro Foto Tlam
Antonio Spadaro / Foto: Télam.

El jesuita italiano Antonio Spadaro, uno de los colaboradores más cercanos al papa Francisco, planteó que «las resistencias al pontificado significan que la acción del papa Francisco funciona», al analizar en entrevista con Télam la primera década del magisterio de Jorge Bergoglio.

– ¿Qué significan esta primera década del pontificado de Francisco?
– Estos primeros 10 años de pontificado no son un tiempo de balances, eso es para las empresas. La espiritualidad sobre la que se forma el pontificado del papa Francisco no prevé balances, análisis de progresos o una evolución ligada a las exigencias de la historia, que pueden cambiar rápidamente. Sí significan un momento en el que la Iglesia ha sido llamada a vivir una dimensión más sinodal. En el sentido de que las voces de las periferias de la propia Iglesia han sido escuchadas más fuerte de lo que lo eran hasta la llegada de Francisco. Ha habido en estos diez años un llamado a la dimensión espiritual muy fuerte: el Papa avanza a través del discernimiento. Y esta categoría y esta praxis evangélica del discernir es para mí lo más cerca que se puede estar del espíritu del Concilio Vaticano II. Significan una voluntad de enraizar el mensaje evangélico en la Historia.

– Usted ha analizado la dimensión internacional del pontificado, incluso en su reciente libro «El atlante de Francisco». ¿Cómo es la dimensión global de este pontífice?
– Francisco representa una figura de líder moral global, reconocido en todo el mundo, y es quizás la única figura así. Y en el plano internacional busca hacer comprender que nunca nada puede ser dado por perdido en las relaciones entre los pueblos y entre naciones. Muestra que la acción de Dios en la historia es una acción de reconciliación de la que la Iglesia está al servicio. La dimensión global se revela en su atención a las Iglesias de todo el mundo, de modo particular hacia las que he denominado «Iglesias del 0,», es decir, aquellas en las que el cristianismo es vivido por un porcentaje muy bajo de personas, pero en países en las que estos porcentajes bajos funcionan como una semilla, muy activos, muy dinámicos. El hecho mismo de tener cardenales de países en los que el cristianismo es minoría como Mongolia o en otros países chicos y tradicionalmente marginales para la Iglesia, significa llevar las sensibilidades de estos pueblos, de estos países, al interior de la Iglesia.

El papa Francisco anima en su nuevo libro a los jvenes de todo el mundo a que se metan en poltica Foto Agencia Andina
El papa Francisco anima en su nuevo libro a los jóvenes de todo el mundo a «que se metan en política» / Foto: Agencia Andina.

– ¿Esa es la base de los apoyos que despierta?
– Francisco es una figura popular, pero reitero que, más allá de lo popular, es reconocido por todos desde un perfil moral. Claro que ha generado críticas y oposición, además de un gran cariño. No me sorprende, en el sentido de que es una figura muy fuerte y de alto perfil, tiene una personalidad significativa, ingeniosa, a su manera, que puede atraer o alejar. Yo diría que más que centrarse en la figura, la personalidad concreta del Papa, lo que cuenta es su mensaje, y tiene un mensaje muy riguroso, exigente, coherente.

– ¿Y qué significan esas resistencias?
– Las resistencias significan que la acción del Papa funciona. Si no hubiera oposiciones ni tensiones, significaría que todo ocurre tranquilamente, sin incidir de verdad. La figura que Francisco está encarnando es la de un Papa que es muy cercano más allá de las estructuras y la rigidez, que lleva el mensaje del Evangelio en todo tipo de situaciones, algunas no tradicionales. Todo esto puede provocar resistencias, así como sus mensajes que tienen un valor económico y político, y que además tocan intereses. Diría que estas resistencias son un signo positivo de la acción que lleva adelante.

«Francisco es una figura popular, pero reitero que, más allá de lo popular, es reconocido por todos desde un perfil moral. Claro que ha generado críticas y oposición, además de un gran cariño»

– Siendo jesuita, ¿cómo ve la dimensión jesuita del Papa, el primero en la historia?
– Desde el principio, en su primera misa con cardenales tras ser elegido, me emocionó mucho porque escuché palabras de un jesuita, alguien formado en la espiritualidad ignaciana, que reconocí en buena cantidad. Me conmovió el hecho de que su enfoque desde el principio me fuera reconocible como un enfoque jesuita. Por otro lado, el Papa fue formado radicalmente por esta espiritualidad, y también tuvo roles de gran responsabilidad como jesuita, como rector del Colegio Máximo y el Colegio de San José, maestro de novicios y como provincial. Entonces, tengo que decir que su pontificado está influenciado por su forma de ser, su forma de vivir la fe, que está marcada por la espiritualidad ignaciana.

– Francisco le encargó a usted ser el responsable de presenciar y contar al mundo los encuentros con jesuitas que mantiene en cada uno de sus viajes fuera de Italia. ¿Allí también emerge la dimensión jesuita del Papa?
– Me tocan mucho estas experiencias porque es un momento particular, que se suele dar en la mitad del desarrollo de cada uno de los viajes, y es el lugar en el que el Papa hace resonar las cosas sobre las que está advirtiendo con más fuerza. Esas reuniones con sus hermanos de la Compañía de Jesús son una caja de resonancia de las percepciones que tiene el Papa y de la forma en la que afronta los viajes. Es un contexto muy relajado, de familia, en el que él no quiere hacer discursos… ni escucharlos. Lo que quiere es recibir preguntas y responderlas, y esto crea este clima familiar que permite decir cosas muy importantes. Este método empezó de forma casual en Corea, cuando se realizó un diálogo improvisado y lo empezamos a grabar para ser publicado. Ahí me encargó hacerlo en cada uno de sus viajes. Y así sale a la luz la dimensión jesuita del Papa, en lenguaje directo, y emerge más claramente su formación y espiritualidad.

– Francisco habla mucho del diálogo como herramienta central para superar conflictos y polarizaciones. ¿Cómo ve esta arista de su mensaje?
– Es muy importante el diálogo dentro del mensaje del Papa. ¿En qué sentido? Para Francisco son importantes las diferencias y las oposiciones polares, en el sentido de que no teme a los conflictos. Por eso habla a veces de parresía, que es hablar claro para el bien, para comprenderse mejor. El diálogo es fundamental porque permite vivir las diferencias. Y en ese marco hay algo que está desarrollando últimamente como parte de su pensamiento y es la armonía de las diferencias. No solo cómo se puede dialogar con el diferente, sino que en definitiva enriquecen más las diferencias, que sin ellas no se da la armonía.

– En mensajes que cada vez comprenden más temas interdependientes a la vez, ¿cree que el pontificado es cada vez más integral en sus concepciones?
– Es un pontificado que se va consolidando en el tiempo y en su relación con la historia. El pontífice no vive una relación abstracta con la doctrina, es una relación dinámica en la que la relación pastoral es fundamental. Diría que crece su relación con las exigencias del tiempo: su mensaje se hace más integral, en el sentido de más profundo, de que madura, también, al interior de la Iglesia.

Los cuatro principios programáticos del Papa

El jesuita italiano Antonio Spadaro, director de la revista oficial de la Compañía de Jesús y colaborador cercano del papa Francisco, explicó en entrevista con Télam los cuatro principios «programáticos de su pontificado» en los que el argentino basa su magisterio desde su elección el 13 de marzo de 2013 y con los que apunta a «acompañar los procesos virtuosos en su lugar en el mundo, haciéndose cargo de todas las ambigüedades y contradicciones, a veces irresolubles, para indicar el camino hacia un futuro posible».

«En su exhortación de 2013 Evangelii gaudium Francisco había ilustrado los cuatro principios clave que lo guían en la acción: el tiempo es mayor que espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante de la idea, el todo es superior a la parte», planteó Spadaro al analizar desde el Vaticano la primera década de pontificado de Jorge Bergoglio.

Para Spadaro, «con el primer principio el Papa afirma que es importante iniciar procesos que requieren su tiempo».

«Es una visión más temporal que espacial. Este principio permite trabajar sin prisas ni obsesión por los resultados, y sobre todo ayuda a soportar situaciones complejas o adversas con paciencia, así como los cambios que impone el dinamismo de la realidad», desarrolló.

Para el director de la publicación La Civiltà Cattolica, el primer principio de Francisco marca que «priorizar al espacio lleva a intentar tomar posesión de todos los espacios, mientras que priorizar el tiempo significa cuidar los procesos de inicio más que conquistar espacios».

De acuerdo al sacerdote, que en 2013 le hizo la primera entrevista al Papa, «con el segundo principio el pontífice nos dice que hay que aceptar los conflictos, hacerse cargo de ellos, pero sin quedar atrapado por ellos».

Así, ese segundo principio sugiere que «es necesario transformar los conflictos en anillos de conexión de nuevos procesos que prevén una síntesis, incluso en las diferencias que deben ser aceptadas como tales».

Esto, según Spadaro, «no significa apostar a la absorción del otro, sino a la resolución en un nivel superior que conserva en sí las preciosas potencialidades de las polaridades en contraste».

Al plantear su tercer principio, en tanto, el Papa «dice que la realidad simplemente es, mientras que la idea es el resultado de una elaboración que siempre puede correr el riesgo de caer en sofismas desligándose de la real, hasta el punto de arriesgarse incluso al totalitarismo, si quiere imponerse sobre la realidad».

«Para el Papa la realidad es siempre superior a la idea, que nunca es decisiva si es abstracta. Por ejemplo, cada solución ideal a las tensiones internacionales es probable que sea poco práctica porque no llega a la profundidad del conflicto», ejemplificó Spadaro.

Según el jesuita, que forma parte de la comitiva de todos los viajes de Francisco, «Bergoglio escribe que hay políticos que hacen preguntan por qué la gente no los entiende y no los sigue, dado que sus propuestas son lógicas y claras. Su respuesta es que probablemente porque se han situado en el terreno de las ideas puras y han reducido la política o la fe a retórica, otros olvidaron la sencillez y han importado de fuera un racionalidad ajena a las personas».

Con el cuarto principio, apunta, el Papa «establece que necesitamos ampliar nuestra mirada para reconocer siempre un bien mayor superador».

«En este sentido, se debe prestar atención al tamaño global para no caer en el localismo, pero al mismo tiempo no perder dada la dimensión local de los procesos».

Francisco, marca Spadaro, «considera el mundo como una sola ciudad, a la que corresponde a una sola política. Esta visión tiene como basa su reflexión en la relación entre el todo y la parte, manteniendo la tensión propia de los organismos vivos».

Estos cuatro principios que Francisco definió como «programáticos» marcan para su estrecho colaborador jesuita «el sentido de la acción» del pontífice que se declina en «acompañar los procesos virtuosos en su lugar en el mundo, haciéndose cargo de todas las ambigüedades y contradicciones, a veces irresolubles, para indicar al mundo el camino hacia un futuro posible».





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