
Fernando Báez Sosa tenía una impronta de al menos 6 centímetros por 2 en la parte izquierda del mentón, producto de una patada, y la lesión era compatible con la zapatilla que usaba Máximo Thomsen, según explicó este martes al declarar en el juicio por el crimen, la perito que tomó fotografías del rostro de la víctima durante la autopsia para realizar la comparación con los calzados de los imputados.
María Eugenia Cariac, perito de Policía Científica, aseguró ante el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de la ciudad bonaerense de Dolores que Báez Sosa presentaba además otra huella similar pero de menores dimensiones en la parte izquierda del cuello, sin poder determinar si correspondía al mismo golpe y calzado.
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